Muchas veces se ha afirmado, en tono de denuncia, que la nuestra es una sociedad signada por el consumo. Con este rótulo, surgido en la segunda posguerra y llevado a la notoriedad por autores como Marcuse, Galbraith, Packard y Baudrillard, se ha querido destacar el hecho de que la sociedad en que vivimos se connota como una particular variante del capitalismo, caracterizada precisamente por la primacía del consumo. Pero, en realidad, tras su aparente simplicidad, la expresión «sociedad de consumo» es profundamente ambigua
La autora ilustra la génesis histórica de la cultura de consumo contemporánea, las principales teorías que han tratado de explicar los comportamientos de los consumidores, las relaciones de poder que implican las prácticas de uso y consumo de bienes. Al esclarecimiento teórico se agregan numerosos ejemplos referidos a las modas juveniles y al consumo caracterizado en función del género, a la cocina étnica, a la televisión y a las opciones para el tiempo libre, a los gastos en sanidad y a los boicots contra las multinacionales.
De estas exploraciones surgen los mecanismos mediante los cuales la cultura de consumo -producto de vastos fenómenos, como la globalización de los intercambios, el desarrollo de importantes cadenas de distribución, la difusión de mensajes comerciales cada vez más sofisticados- es luego «negociada» en la cotidianidad de los sujetos comprometidos en construir una identidad propia y un estilo de vida entre la necesidad, la alienación y el placer.
Consumismo
Por Carmen Fuentes
LE MONDE diplomatic - En español - 01-may.-2012
Sobre Consumo, cultura y sociedad, de Roberta Sassatelli
Sobre la colección Comunicación, cultura y medios
Una expresión comodín aparentemente simple como “cultura del consumo” puede utilizarse como fetiche para hacer caso omiso de la discutida genealogía del sujeto consumidor y de los complejos procesos económicos y culturales que apuntalan el consumo. Roberta Sassatelli imparte Sociología del Consumo y de la Moda en la Universidad de Bolonia. En este texto ilustra la génesis histórica de la cultura del consumo contemporánea, las principales teorías que han tratado de explicar los comportamientos de los consumidores, las relaciones de poder que implican las prácticas de uso y consumo de bienes. La autora ilustra las teorías con numerosos ejemplos referidos a las modas juveniles y al consumo caracterizado en función del género, a la cocina étnica, a la televisión y a las opciones para el tiempo libre, a los gastos en sanidad y a los boicots contra las multinacionales. De todo ello surgen los mecanismos mediante los cuales la cultura del consumo, como producto de vastos fenómenos –globalización de los intercambios, el desarrollo de las cadenas de distribución, la difusión de mensajes comerciales cada vez más sofisticados…– es posteriormente ‘negociada’ en la cotidianidad de los sujetos comprometidos en construir una identidad propia y un estilo de vida entre la necesidad, la alienación y el placer. Para Sassatelli, no hay que ver el consumo cotidiano como un territorio para la dominación de las masas ni para la libertad del yo. “Si bien la separación entre la producción y el consumo impregna gran parte de nuestro pensamiento, la vida común y corriente y los procesos sociales de gran escala están basados en su combinación”.
El consumo, en fin, no puede ser considerado un comportamiento instrumentalmente racional ni un comportamiento expresivo irracional.
La autora ilustra la génesis histórica de la cultura de consumo contemporánea, las principales teorías que han tratado de explicar los comportamientos de los consumidores, las relaciones de poder que implican las prácticas de uso y consumo de bienes. Al esclarecimiento teórico se agregan numerosos ejemplos referidos a las modas juveniles y al consumo caracterizado en función del género, a la cocina étnica, a la televisión y a las opciones para el tiempo libre, a los gastos en sanidad y a los boicots contra las multinacionales.
De estas exploraciones surgen los mecanismos mediante los cuales la cultura de consumo -producto de vastos fenómenos, como la globalización de los intercambios, el desarrollo de importantes cadenas de distribución, la difusión de mensajes comerciales cada vez más sofisticados- es luego «negociada» en la cotidianidad de los sujetos comprometidos en construir una identidad propia y un estilo de vida entre la necesidad, la alienación y el placer.
Consumismo
Por Carmen Fuentes
LE MONDE diplomatic - En español - 01-may.-2012
Sobre Consumo, cultura y sociedad, de Roberta Sassatelli
Sobre la colección Comunicación, cultura y medios
Una expresión comodín aparentemente simple como “cultura del consumo” puede utilizarse como fetiche para hacer caso omiso de la discutida genealogía del sujeto consumidor y de los complejos procesos económicos y culturales que apuntalan el consumo. Roberta Sassatelli imparte Sociología del Consumo y de la Moda en la Universidad de Bolonia. En este texto ilustra la génesis histórica de la cultura del consumo contemporánea, las principales teorías que han tratado de explicar los comportamientos de los consumidores, las relaciones de poder que implican las prácticas de uso y consumo de bienes. La autora ilustra las teorías con numerosos ejemplos referidos a las modas juveniles y al consumo caracterizado en función del género, a la cocina étnica, a la televisión y a las opciones para el tiempo libre, a los gastos en sanidad y a los boicots contra las multinacionales. De todo ello surgen los mecanismos mediante los cuales la cultura del consumo, como producto de vastos fenómenos –globalización de los intercambios, el desarrollo de las cadenas de distribución, la difusión de mensajes comerciales cada vez más sofisticados…– es posteriormente ‘negociada’ en la cotidianidad de los sujetos comprometidos en construir una identidad propia y un estilo de vida entre la necesidad, la alienación y el placer. Para Sassatelli, no hay que ver el consumo cotidiano como un territorio para la dominación de las masas ni para la libertad del yo. “Si bien la separación entre la producción y el consumo impregna gran parte de nuestro pensamiento, la vida común y corriente y los procesos sociales de gran escala están basados en su combinación”.
El consumo, en fin, no puede ser considerado un comportamiento instrumentalmente racional ni un comportamiento expresivo irracional.