11 de abril de 2011

Louise Bourgeois: el retorno de lo reprimido.


Por primera vez en Argentina se exhibirá Louise Bourgeois, una visión retrospectiva de su obra que, tal como sintetiza Philip Larratt-Smith, será "el primer análisis en profundidad de su relación con el psicoanálisis y el arte".
Se exhibirán alrededor de setenta y cinco obras de los diversos períodos de su producción, instalaciones, esculturas, objetos y una de sus famosas Maman. El catálogo reúne textos de especialistas sobre sus obras y un libro especial con los escritos de Bourgeois sobre el psicoanálisis.
La muestra ser realiza en colaboración con el Studio Louise Bourgeois, y  se presentará en el Instituto Tomie Ohtake de San Pablo y el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, durante la temporada 2011.

Curador: Philip Larratt-Smith
Más que ningún otro artista del siglo veinte, Louise Bourgeois (1911 – 2010) ha producido una obra que se vincula de modo consistente y profundo con la teoría y la práctica psicoanalíticas. Puede que los surrealistas hayan encontrado una vía de accesso a la imaginería del sueño y que la espontaneidad del gesto de los expresionistas abstractos esté ligada al inconsciente, pero el arte de Bourgeois permite comprender de un modo privilegiado la conexión entre el proceso creativo y su función catártica. En su conjunto, el arte y los escritos de Bourgeois representan una contribución original a la investigación psicoanalítica sobre la formación del símbolo, el inconsciente, la cura por la palabra, la historia familiar, la identificación materna y paterna, y el cuerpo fragmentado. A través de la exploración de materiales, formas y procesos escultóricos, Bourgeois encuentra equivalentes plásticos de los estados psicológicos y los mecanismos del miedo, la ambivalencia, la compulsión, la culpa, la agresión y el retraimiento.
Hacer arte era para Bourgeois una “forma de psicoanálisis”, y encontraba allí una vía de acceso directo al inconsciente. A su juicio, el artista, privado de poder en la vida cotidiana, posee el don de la sublimación y se vuelve por tanto omnipotente durante el acto creativo. Pero el artista es también una suerte de atormentado Sísifo, condenado a repetir el trauma infinitamente a través de la producción artística. El proceso creativo es así una forma de exorcismo, un modo de moderar las tensiones y la agresión, y un acto de catarsis. Es también, como el psicoanálisis, una fuente de autoconocimiento. O como Bourgeois solía decir: “El arte es garantía de cordura”.
La carrera de Bourgeois en Nueva York comenzó con dos muestras individuales de pintura en 1945 y 1947, seguidas de tres muestras de escultura en madera e instalaciones ambientales en 1949, 1950 y 1953. No volvería a exponer individualmente hasta 1964, cuando presentó un innovador conjunto de esculturas abstractas en la famosa Stable Gallery de Nueva York. Estas figuras seminales de yeso, goma y látex fueron incluidas en la célebre muestra de Lucy Lippard “Abstracción excéntrica”, exhibida en la Fischbach Gallery de Nueva York en 1966, junto con obras de Bruce Nauman y Eva Hesse. Pero mientras Nauman y Hesse llegaron a las formas postminimalistas a través de la filosofía y el conceptualismo, la evolución de Bourgeois deriva de y se inspira en su propia experiencia psicoanalítica.
Bourgeois empezó a psicoanalizarse con el Dr. Leonard Cammer en 1951, año de la muerte de su padre. En 1952 comenzó su terapia con Henry Lowenfeld. Nacido en Berlín en 1900, discípulo de Freud en Viena, Lowenfeld emigró a Nueva York el mismo año que Bourgeois (1938), se convirtió en miembro destacado de la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York y publicó numerosos trabajos. Bourgeois se psicoanalizó con él hasta principios de los ochenta. En los cincuenta, durante un período de retraimiento y depresión, no sólo se analizó sino que se sumergió en la lectura de textos psicoanalíticos de Sigmund Freud a Erik Erikson, Anna Freud, Melanie Klein, Heinz Kohut, Susanne Langer, Otto Rank, Wilhelm Reich y Wilhelm Steke.
Poco antes de la retrospectiva organizada por la Tate Modern en 2007, en la casa de Bourgeois se encontraron dos cajas de escritos y otras dos en 2010. Este material, hasta ahora inédito, permite ampliar y enriquecer nuestra comprensión del desarrollo artístico de Bourgeois y completar el recorrido que ofrecen sus copiosos diarios y notas de trabajo. Por su calidad literaria e importancia histórica, puede compararse a los diarios de Eugène Delacroix y las cartas de Vincent van Gogh. Constituye una obra complementaria que da cuenta de su vida psíquica y el legado del pasado. En estos documentos Bourgeois registra y analiza sus sueños, sus emociones y angustias, y sobre todo, sus sentimientos conflictivos respecto de cómo ser a la vez artista, madre y esposa. La relaciones entre sentimiento, pensamiento y proceso escultórico se esbozan allí con claridad. Los escritos, como la obra escultórica, representan además una crítica a la teoría psicoanalítica en su relación con la sexualidad femenina y la identidad. Iluminan a la vez su transición desde las obras figurativas de su período expresionista abstracto hasta las piezas abstractas que abrieron el camino al postminimalismo, y permiten apreciar cómo su relación con el psicoanálisis continuó siendo productiva hasta el final de su vida. 
En Fundación PROA Av. Pedro de Mendoza 1929 La Boca, Caminito [C1169AAD] Buenos Aires, Argentina.