Por primera vez en Argentina se exhibirá Louise Bourgeois, una visión retrospectiva de su obra que, tal como sintetiza Philip Larratt-Smith, será "el primer análisis en profundidad de su relación con el psicoanálisis y el arte".
Se exhibirán alrededor de setenta y cinco obras de los
diversos períodos de su producción, instalaciones, esculturas, objetos y
una de sus famosas Maman. El catálogo reúne textos de especialistas
sobre sus obras y un libro especial con los escritos de Bourgeois sobre
el psicoanálisis.
La muestra ser realiza en colaboración con el Studio Louise
Bourgeois, y se presentará en el Instituto Tomie Ohtake de San Pablo y
el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, durante la temporada 2011.
Curador: Philip Larratt-Smith
Más que ningún otro artista del siglo veinte, Louise Bourgeois (1911
– 2010) ha producido una obra que se vincula de modo consistente y
profundo con la teoría y la práctica psicoanalíticas. Puede que los
surrealistas hayan encontrado una vía de accesso a la imaginería del
sueño y que la espontaneidad del gesto de los expresionistas abstractos
esté ligada al inconsciente, pero el arte de Bourgeois permite
comprender de un modo privilegiado la conexión entre el proceso
creativo y su función catártica. En su conjunto, el arte y los escritos
de Bourgeois representan una contribución original a la investigación
psicoanalítica sobre la formación del símbolo, el inconsciente, la cura
por la palabra, la historia familiar, la identificación materna y
paterna, y el cuerpo fragmentado. A través de la exploración de
materiales, formas y procesos escultóricos, Bourgeois encuentra
equivalentes plásticos de los estados psicológicos y los mecanismos del
miedo, la ambivalencia, la compulsión, la culpa, la agresión y el
retraimiento.
Hacer arte era para Bourgeois una “forma de psicoanálisis”, y
encontraba allí una vía de acceso directo al inconsciente. A su juicio,
el artista, privado de poder en la vida cotidiana, posee el don de la
sublimación y se vuelve por tanto omnipotente durante el acto creativo.
Pero el artista es también una suerte de atormentado Sísifo, condenado
a repetir el trauma infinitamente a través de la producción artística.
El proceso creativo es así una forma de exorcismo, un modo de moderar
las tensiones y la agresión, y un acto de catarsis. Es también, como el
psicoanálisis, una fuente de autoconocimiento. O como Bourgeois solía
decir: “El arte es garantía de cordura”.
La carrera de Bourgeois en Nueva York comenzó con dos muestras
individuales de pintura en 1945 y 1947, seguidas de tres muestras de
escultura en madera e instalaciones ambientales en 1949, 1950 y 1953.
No volvería a exponer individualmente hasta 1964, cuando presentó un
innovador conjunto de esculturas abstractas en la famosa Stable Gallery
de Nueva York. Estas figuras seminales de yeso, goma y látex fueron
incluidas en la célebre muestra de Lucy Lippard “Abstracción
excéntrica”, exhibida en la Fischbach Gallery de Nueva York en 1966,
junto con obras de Bruce Nauman y Eva Hesse. Pero mientras Nauman y
Hesse llegaron a las formas postminimalistas a través de la filosofía y
el conceptualismo, la evolución de Bourgeois deriva de y se inspira en
su propia experiencia psicoanalítica.
Bourgeois empezó a psicoanalizarse con el Dr. Leonard Cammer en
1951, año de la muerte de su padre. En 1952 comenzó su terapia con
Henry Lowenfeld. Nacido en Berlín en 1900, discípulo de Freud en Viena,
Lowenfeld emigró a Nueva York el mismo año que Bourgeois (1938), se
convirtió en miembro destacado de la Sociedad Psicoanalítica de Nueva
York y publicó numerosos trabajos. Bourgeois se psicoanalizó con él
hasta principios de los ochenta. En los cincuenta, durante un período
de retraimiento y depresión, no sólo se analizó sino que se sumergió en
la lectura de textos psicoanalíticos de Sigmund Freud a Erik Erikson,
Anna Freud, Melanie Klein, Heinz Kohut, Susanne Langer, Otto Rank,
Wilhelm Reich y Wilhelm Steke.
Poco antes de la retrospectiva organizada por la Tate Modern en 2007,
en la casa de Bourgeois se encontraron dos cajas de escritos y otras
dos en 2010. Este material, hasta ahora inédito, permite ampliar y
enriquecer nuestra comprensión del desarrollo artístico de Bourgeois y
completar el recorrido que ofrecen sus copiosos diarios y notas de
trabajo. Por su calidad literaria e importancia histórica, puede
compararse a los diarios de Eugène Delacroix y las cartas de Vincent
van Gogh. Constituye una obra complementaria que da cuenta de su vida
psíquica y el legado del pasado. En estos documentos Bourgeois registra y
analiza sus sueños, sus emociones y angustias, y sobre todo, sus
sentimientos conflictivos respecto de cómo ser a la vez artista, madre y
esposa. La relaciones entre sentimiento, pensamiento y proceso
escultórico se esbozan allí con claridad. Los escritos, como la obra
escultórica, representan además una crítica a la teoría psicoanalítica
en su relación con la sexualidad femenina y la identidad. Iluminan a la
vez su transición desde las obras figurativas de su período
expresionista abstracto hasta las piezas abstractas que abrieron el
camino al postminimalismo, y permiten apreciar cómo su relación con el
psicoanálisis continuó siendo productiva hasta el final de su vida.
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