La pregunta por el lugar de la sugestión en la clínica psicoanalítica ha
dado desde siempre lugar a controversias. Se suele resolver la cuestión
afirmando que la sugestión es lo opuesto a la transferencia, a la
abstinencia analítica y, en general, al psicoanálisis mismo. Se la
emparienta con "las psicoterapias" (que son "sugestivas") y se la trata
como fenómeno contrario a la esencia de la práctica analítica. Tales
aseveraciones se autorizan en la enseñanza de Jacques Lacan. Es notable,
entonces, el hecho de que Lacan nunca haya definido a la sugestión. En
sus escritos, a lo sumo, da cuenta de su aspiración a "dar un día de la
sugestión una fórmula a prueba de los criterios de la experiencia". Y en
uno de sus últimos seminarios aún se pregunta: "¿Es que el
psicoanálisis opera -puesto que cada tanto opera- por lo que llamamos
'un efecto de sugestión'?". Inscribo el presente trabajo en este marco,
de inspiración lacaniana: parte de la idea de que no sabemos muy bien de
qué trata la sugestión. Y, en consecuencia, procura construir tal
noción. Construcción que implica fijar sus límites.