¿Las convicciones políticas de un filósofo son pertinentes para juzgar
su obra? En el caso de Martin Heidegger, adulado por unos y vilipendiado
por otros, el interrogante se plantea con particular virulencia debido a
sus convicciones nazis. A juicio de Alain Badiou y Barbara Cassin, esta
polémica ha sido mal centrada y es menester aceptar la siguiente
paradoja: sí, Heidegger fue un nazi común y corriente, pequeñoburgués y
provinciano, y sí, Heidegger es uno de los pensadores más importantes
del siglo pasado. Sumergiéndose en su correspondencia, los dos filósofos
examinan de manera inesperada la figura de Heidegger, su relación con
la política, claro está, pero también con las mujeres: con la suya,
Elfride, con la cual formó una pareja indestructible y atormentada, a la
manera de Sartre y De Beauvoir, pero también con todas aquellas, en
especial Hannah Arendt, de las que fue amante en el transcurso de su
larga existencia.