15 de junio de 2011

Poesía III

EL LATIGO DE LAS HORAS
Cuando sólo el aire sabe
de los tiempos en que crece la voz
cada verbo huye
hacia el origen mismo,
hacia su patria distante,
hacia su más íntima fe.
Entonces, sólo resta
ver agitarse cercano
el látigo de las horas
y llamarnos al pleito
con el vasto silencio.

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Esas palabras que ya sentimos
como nuestras, de todos los días,
esas que no habitamos y nos habitan,
un día convendrán en su hastío:
esas caras, esos gestos, esos cuerpos
que nos repiten sin herirnos, vacías.

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MARIPOSAS
Sentir que la vida es
la urgencia del tiempo
y a la vez, la suma de mariposas
en que nos hemos sabido demorar.

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IMPERIO DEL AZAR
Un desatarse las palabras
de toda disciplina y rigor
y así ser -por ellas mismas-
el verbo incansable,
la savia que fluye,
el incierto lugar.
Un encuentro
que estalla y ya no es,
que invade y se retira,
que se crea y devora:
inusitadas permanencias.
Un mar, imperio del azar,
donde una barca ocasional
es el sentido.

Gustavo Del Cioppo