A contramano de los grandes discursos hegemónicos que, en un relato homogéneo y lineal, proclamaron la victoria de la modernidad, la tradición ensayística se consolidó como una artesanía de la sospecha, ya no deudora de una excluyente visión del mundo, sino expresión de una escritura abierta y multívoca. Entre la interrogación crítica y la toma de posición, el ensayo es un género que socava los cimientos del edificio de la cultura moderna. En La muerte del héroe, Ricardo Forster ahonda en su tradición con un conjunto de artículos que exploran temas como el mundo borgeano, las lecturas de la infancia, la obra de Benjamin y la amistad, con la rigurosidad del investigador y la pluma del narrador. El autor propone un itinerario que parte de la indagación acerca del ensayo como género y se interna por diferentes caminos para afirmar la necesidad de la supervivencia del lenguaje en un mundo que intenta por todos los medios su banalización y vaciamiento. Discutiendo las escrituras rígidas de papers e informes típicos de una academia globalizada, cada uno de estos ensayos es un acto de resistencia. Se trata de una escritura que apuesta a la experimentación, que reconoce la espesura de las palabras y que supone que no hay incompatibilidad entre el lenguaje del arte, el de la ciencia y el de la vida.